Una catedral en el bocado de aquella rebanada de pan tostado

Me resisto a aceptar la convención de explicar quiénes somos a través de eso que hacemos. Cuando miro las cosas siempre veo las herramientas que las han hecho posibles. Intento inducir los procesos que han conducido a cada autor a su resultado. Me traslado del qué particular al cómo universal.

Uno de los objetivos prioritarios del estudio es mantener en todo proyecto el equilibrio adecuado entre exploración y explotación. La oportunidad de la exploración se presenta en cada proyecto de un forma diferente. Sin embargo la explotación alude a procesos, soluciones, materiales y otros elementos que ya he ensayado y de los que tengo prueba de eficacia. Se trata de dos aspectos necesarios que funcionan, para mí, como indicadores de eficiencia.

Cada vez me cuesta más defender la inteligencia como vehículo para captar las impresiones de quienes usan aquello que proyectamos. Cada experiencia de nuestra vida se encarna y se oculta cuando muere en algún objeto, queda cautiva para siempre a menos que encontremos ese objeto. Por ese objeto la reconocemos, la invocamos y se libera. Todo objeto es en relación a nosotros sensación. Cada vez que escucho el sonido de un cuchillo rasgando el pan mientras se unta recupero cada día que pasé en la cocina de mis abuelos mientras él desayunaba bajo un baño de luz de perfecto color ámbar.

Es imposible fabricar esos procesos pero desde que soy consciente de ello trabajo considerando la posibilidad de que nuestros resultados desencadenen esas sensaciones en los usuarios. Clasifico los materiales utilizando nuevos atributos que aluden al sonido, al olor, a la temperatura…